Helen Lovejoy es la mujer del Reverendo Timothy
Lovejoy, personajes de ficción de la famosa serie de dibujos animados The Simpsons, y que fue creada a finales
de los años 80 para la cadena norteamericana FOX. Entre otras cosas, éste
personaje se hizo famoso por la frase “¿es que nadie va a pensar en los
niños?”. Una declaración que ha dado lugar a vídeos, virales, memes, y demás
rarezas.
Pero no voy a hablar de dibujos animados. Voy a tratar
sobre niños, fútbol, y el organismo que presuntamente se ha preocupado más de
ellos en los últimos años, la FIFA. Niños y fútbol, una combinación explosiva
que ha traído a clubes como Barcelona, Chelsea, Real Madrid, Atlético de
Madrid, y alguno más que está por venir, un auténtico dolor de cabeza. Y no me refiero al mercado de fichajes que ha acabado hoy mismo.
Sede de la FIFA en Zúrich. |
Como la gran mayoría de personas que lean este
artículo saben, estos clubes han sido sancionados por incumplir el artículo
número 19 relacionado con el tráfico de menores, el cual se puede leer online aquí.
El mencionado artículo reza que ningún club puede inscribir a un jugador que
sea menor de edad y que provenga de otro país extracomunitario mediante un contrato profesional
aunque los titulares sean sus padres. A no ser que los mismos cambien de
domicilio por iniciativa propia o por motivos laborales.
En todo caso, y si el traspaso se produce dentro de
esas condiciones, el club deberá asegurarse de que el niño recibe educación
escolar, además de la futbolística, alimentación, y un hogar dónde vivir. A priori,
esto es un “bravo” para la FIFA, ya que son condiciones basadas en la dignidad
de las personas y que respetan los cánones de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948. Pero el tema chirría. Algo falla. Y como dice el
refranero popular, “no es oro todo lo que reluce”.
No me voy a dedicar a defender al Barça o al
Madrid, tal y como ya se ha hecho en muchos programas de televisión, radios,
periódicos, o tertulias deportivas. Esas que se declaran tan imparciales que a
veces van en contra del Barcelona y otras a favor del Real Madrid. No lo haré.
Me gustaría focalizar éste artículo desde un punto de vista diferente. Un punto
de vista que, en mi opinión, deja en entredicho el papel regulador del máximo
órgano del fútbol internacional.
Blatter, rociado con billetes de Dólar. |
El fútbol se ha convertido en una máquina de hacer
dinero en la que son muchas las empresas, organismos, y particulares que
intentan sacar tajada. Y en una época en la que se está facilitando la libre
circulación de las personas y el intercambio cultural, lo que está castigando
la FIFA no es otra cosa que el levantamiento de un nuevo muro 25 años después
de la caída del muro de Berlín. Y después de esta extensa introducción, creo
que es hora de señalar al máximo culpable de todo esto: EL DINERO.
Tenemos que entender que cuando un niño se erige
como una posible nueva estrella, los grandes clubes del mundo intentan hacerse
con sus servicios por el bajo riesgo que supone la operación. La competencia es
ardua, y nadie quiere arriesgarse a pagar una millonada en un futuro si el
jugador tiene un precio asequible cuando aún es una promesa. Se les hace un
contrato, se les facilita un trabajo a los padres, se les encuentra un colegio,
un hogar, y los niños pasan a tener un futuro asegurado a medio plazo tanto en
calidad humana como futbolística. Messi es, probablemente, el ejemplo más
famoso.
Y es ahí donde reside el problema de la FIFA.
Cuando el chico es aún un menor de edad, el trato se hace directamente con los
padres, o representantes legales, sin la necesidad de contratar lo que se
denomina “agente FIFA”. Es decir, un representante con licencia FIFA que
cobrará una comisión por los servicios prestados, yendo una parte de la misma a
la FIFA. Sin olvidar lo más importante, ambas partes tienen negocios en común,
por lo que la FIFA se tiene que asegurar de que sus socios estén “contentos”
elaborando legislaciones que les favorezca el negocio. Como ejemplo, y para que
se entienda mejor, es algo parecido con el fenómeno de las puertas giratorias
de los políticos cuando elaboran leyes que favorecen económicamente al sector
privado.
Presentación del libro Pa negre en la biblioteca de La Masía. |
Y esto es así. ¿De verdad nos vamos a creer que los
niños fichados por los grandes clubes europeos pasan hambre? ¿Son analfabetos?
¿Duermen en barracas o en portales? ¿Qué no tienen ropa? ¿Qué viven en la
miseria? ¿Qué son sacados a la fuerza de sus países y puestos en un terreno de
juego a generar ingresos como si se tratara de un tema de “trata de blancas”?
Sinceramente, yo no he visto ninguna denuncia al respeto, pero pongo la mano en
el fuego de que no es así.
Yo no soy padre. Pero para los que tienen la suerte
de serlo les lanzo la siguiente situación. Imagínense que su hijo de 12-14 años
es un prodigio en la ingeniería informática, un genio que promete revolucionar
la industria en el futuro. ¿Se negarían a que una Universidad, por ejemplo
Harvard, viniera a por su hijo ocupándose de todos los gastos de manutención y
educación, y les prometiera un trabajo a ustedes para poder estar cerca de él?
Me temo que sé la respuesta. Todo padre estaría
orgulloso de ver su hijo en Universidades como Harvard, Cambridge, Oxford,
Columbia, Stanford, etc. Y en el fútbol, esas Universidades se llaman FC
Barcelona, Real Madrid, Chelsea FC, Juventus FC, Manchester United, etc. Pero
lo que para una familia sería un orgullo, para otros no es otra cosa que la
pérdida de una oportunidad de negocio.
Trabajo infantil en la India. |
La FIFA dice que “nadie se preocupa de los niños”.
Pero jamás he visto a la FIFA condenar las actividades de su principal
proveedor de material deportivo (balones, botas, petos y equipaciones para
árbitros, etc.), denunciado en miles de ocasiones por el uso de menores y su
explotación laboral. La FIFA no tuvo reparos en otorgar la organización de un
campeonato del Mundo a Brasil 2014, y Qatar 2018, dónde los derechos humanos e
infantiles quedan en entredicho. Es más, no dudó de hacerlo de manera ilegal,
mediante sobornos, demostrando una vez más que lo único que importa es el
dinero.
No podemos negar, es cierto, que hay clubes que han
incumplido más artículos de sus estamentos. Pero lo que queda claro, viendo los
ejemplos que he mencionado anteriormente y los que se pueden ver en las
academias de formación, es que las sanciones de dos mercados de fichajes no es
más que otra jugada económica. Un club que no podrá fichar durante dos “ventanas”,
será víctima de la necesidad de fichar casi a cualquier precio antes y después
de la sanción. Este factor incrementa notablemente el precio del “producto”,
una excelente noticia para los agentes FIFA, la misma FIFA, y comisiones
dirigidas a cuentas bancarias suizas protegidas por el máximo organismo del
fútbol mundial.
Seguiremos buscando ejemplos de niños que han
sufrido de manera negativa el supuesto tráfico de menores, algo que les puedo
asegurar es una milonga en toda regla. Sólo hay que leer el ejemplo de David Babunski, un jugador de la academia del FC Barcelona que dedicó una excelente
carta de despedida en la que se demuestra que los niños reciben algo más que
“un puñado de dólares” y exhaustos entrenos de fútbol para ser futuras máquinas
de hacer dinero y conquistadores de títulos (Enlace a la carta). O el caso de
los hijos de Zidane. Aunque aquí, el problema es otro si resulta que Zizou jugaba en el Madrid y tenía su
residencia en Francia. Hablando de dinero y de impuestos entenderéis mis dudas
secundarias…
Despliegue de la pancarta con el lema "La Masia no es toca". |
Así pues, ante éste panorama en el que al final los
máximos perjudicados son los niños por negarles el sueño de sus vidas durante
dos años, debemos preguntarnos realmente si “es que nadie va a pensar en los
niños”. La respuesta debe ser, independientemente de los colores de cada uno,
la defensa de un modelo y de un concepto educativo a varios niveles.
Convirtiendo en universal el lema “La Masia no es toca”, y a modo personal lo
de “los sueños de los niños, tampoco”.
"La crisis de fondo está en la educación".
(Eduard Punset)
Me encanta, por fin, leer la verdad. Sin pelos en la lengua. Triste es leerlo de un "anónimo". Muy buen artículo.
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