jueves, 27 de octubre de 2016

PSICOSIS

El fin de semana prometía. Además de la más que interesante jornada de Liga con el Valencia-Barça, Sevilla-Atlético y el Real Madrid-Athletic Club, volvía una de las series más intensas y sangrientas de la televisión. El último capítulo de la sexta temporada de The Walking Dead prometía un inicio de la séptima temporada más que movido. Y no decepcionó. Tensión, sufrimiento y sangre. Mucha sangre con grandes dosis de violencia.


Aunque parezca, después de leer mi entrada, no hablaré de series de televisión. Ni siquiera de la célebre adaptación del cómic gore, terror y suspenso. Hablaré de fútbol en todos sus niveles y el sentimiento que me ha transmitido el partido de Mestalla con sus consecuencias: terror.

Pánico en ver el juego violento de los jugadores del Valencia. Pavor al presenciar un arbitraje tan desafortunado como el de Undiano Mallenco. Pánico en comprobar el ambiente hostil en la ciudad de Valencia y en el estadio de Mestalla antes, durante y después del partido. Y turbación al analizar las reacciones de prensa, instituciones, ciudadanos y actores del incidente del Mestalla.

Algunos deberían saber que el fin de semana de Todos los Santos, es el siguiente. Hay muchos aspectos a analizar y reflexionar. Y ya que nos encontramos en un contexto tan aprensivo, iremos por partes tal y como haría Jack "El destripador".

Hay que ser nobles. Hay que reconocer que el primer gol de Messi es fuera de juego de Luis Suárez en obstruir la visión de Diego Alves, aunque el Comité Técnico de árbitros ha declarado que no lo es. Hay que admitir que Sergio Busquets mereció, reglamento en mano, fue expulsado por doble tarjeta amarilla para sostener a un adversario. Hay que resignarse y dar lugar a la posibilidad de que Umtiti comete un más que posible penalti, me cuesta ver la carga legal, y otra pena máxima es cometida por Mascherano. Incluso, estoy de acuerdo en que, por mucho que estemos contentos por el gol de la victoria en el minuto 93, las formas de Neymar y Busquets son evitables y que podían haber sido sancionados por los colegiados.

Los ejemplos mencionados en este párrafo trigo la primera parte de esta trilogía del "Pesadilla de Mestalla". El arbitraje de Undiano Mallenco, hasta este punto, merece una profunda reflexión. Si no tenemos en cuenta ningún aspecto más, y estamos centrados en los puntos independientemente de los colores, llegaremos a la conclusión de que fue un robo.

Pero por suerte, todavía conservo los sentidos de la vista y de la razón. Así como el gusto y la capacidad de análisis futbolística. Y eso significa que no nos podemos quedar en este punto de nuestra observación. Undiano tuvo un partido muy difícil en Mestalla. Y la palabra robo queda entredicho cuando estudiamos los 90 minutos del partido. Dicho de otro modo, la alta "intensidad" del partido hizo que el colegiado navarro situara muy alto el listón cuando hablamos de términos de intensidad. Y él es el único culpable.

Para ser más concisos, la extrema agresividad y violencia de los jugadores del Valencia obligó a Undiano a pasar por alto ciertas incidencias del juego. Y la experiencia me dice que la ley no escrita de la compensación nunca consigue su objetivo. Todo lo contrario. Magnifica la tensión, el nerviosismo, y la indignación entre los jugadores. En especial para las aficiones rivales que siempre, con el hambre de ganar, y en caliente, se ven siempre perjudicados.

Y este punto de vista no puede obviar que los jugadores valencianistas salieron al césped de Mestalla con la idea clara de que la única manera de parar el vendaval de juego azulgrana es mediante la defensa férrea y la marca de territorio con faltas continuadas. Pero la cosa no se quedó ahí. El partido fue un auténtico combate de boxeo con entradas violentas con y sin balón, con el fin de intimidar a los jugadores del Barça.

Cuando Enzo Pérez no ve ni tarjeta amarilla por su brutal entrada a Iniesta. Cuando Mário Suárez acaba el partido sin ninguna tarjeta después de las criminales entradas a Neymar y André Gomes. Cuando cualquier jugador del Barça, en especial el brasileño, recibe una patada, empuje o golpe de manera reiterada e incluso cuando ya ha realizado una pasada. Y cuando el terror y el pánico a recibir apodera de los jugadores culés, y el árbitro no lo castiga como tal y es consciente del listón que está estableciendo, el remordimiento se apodera de su juicio y cuestan turbar argumentos para expulsar a Busquets por una jugada tan "inocente" como un tirón.

No podemos dejar con 10 jugadores a un equipo que está recibiendo duro y que debería haber visto como el Valencia se quedaba con 9 a los 20 minutos de partido. Y eso no justifica las acciones de los penales, evidentemente. Pero hay que ser honestos y ver la posibilidad de posición incorrecta del jugador que hace la centrada en la acción del gol de Munir. Hay que recordar que un jugador en fuera de juego habilita para entrar en acción sigue estando en posición ilegal si recibe la pelota en este preciso momento.

Pero eso son cosas del fútbol a pesar de que un bando se dedique a destruirlo violando el reglamento. Lo que ya no es fútbol, ​​y me parece una verdadera atrocidad el hecho de que se diga "pasa partes" o ha "pasado siempre" para intentar justificarlo, es el ambiente hostil vivido dentro y fuera de Mestalla. No es normal la violencia verbal con la que se recibió a los jugadores del Barça, ni tampoco la que se sintió durante los 90 minutos. Insultos contra las familias de los jugadores, aplausos por la lesión de Iniesta incluso vitoreando el nombre de Enzo Pérez, y el lanzamiento de objetos en el césped.

Esta segunda parte de la trilogía del "Pesadilla de Mestalla" dio lugar a la tercera y última parte donde se han vivido situaciones que hacen realmente miedo. Mucho miedo. El tratamiento y análisis de los hechos por parte de ciudadanos, prensa, e instituciones del mundo del fútbol ha dado lugar a pensar. Es precisamente la falta de sentido común y serenidad de algunas voces de carácter maquiavélico es lo que me causa más espanto.

Sientes lo que habla la gente. Lees lo que escriben algunos. Escuchas lo que dicen ciertas voces autorizadas. Y me doy cuenta que el fracaso escolar, la situación política, el triunfo de ciertos líderes de opinión, y gusto por ciertos "artes" como la pasión por los toros, hacen que vivamos en un país de miedo. Y sobre todo mucha vergüenza. Lo ocurrido en Mestalla demuestra, una vez más, que nos falta mucho para ser, no sólo europeos, sino al menos un país civilizado.

Desde la violencia extrema y terrorífica de las entradas de los jugadores del Valencia del pasado sábado, y los hechos sucedidos posteriormente, no veía algo tan angustiosa y dolorosa como el estreno de la nueva temporada de The Walking Dead. Y si hay alguien que ha hablado claro, meritoria de quitarse el sombrero, es Jordi Mestre, directivo del FC Barcelona.

Si hemos de hacer caso a lo que dicen algunos medios de que son tanto o más culpables los autores de los lanzamiento de objetos e insultos desmesurados como jugadores como Neymar para provocar, no sólo tenemos un problema muy grave sino que somos cómplices de estos hechos. No se puede justificar de ninguna de las maneras. Aunque también hay que hacer una llamada de atención a Neymar por mucho que entendamos, al menos lo tenemos que hacer, que cuando se pasan los 90 minutos mencionando a tu familia y recibiendo estopa a tope con la admiración del público, la parte humana sale en forma de rabia verbal.

Y eso precisamente lo que hacen inadmisibles las palabras de Javier Tebas, Presidente de La Liga, y los diversos medios de comunicación. Quizá tendremos que hacer caso a Jordi Mestres y dedicarnos al Pressing Catch. Es muy triste que a algunos les molesta que nos moleste la violencia y la provocación. Los mismos que ahora hacen un llamado por los valores y el respeto cuando no les molestan que miembros de España 2000 y Yumus se paseen en Mestalla con sus banderas franquistas, esvásticas y cruces celtas. Símbolos e ideologías prohibidas y perseguidas en cualquier otro país civilizado.

Los mismos que pierden el respeto hacia el FC Barcelona y, tal y como menciona Maestros, hacen caja con el espectáculo que genera el equipo de Luis Enrique. Alguien se ha parado a pensar que el Barça ha repetido tanto el horario de las 16:15? La misma caja que se vacía en los bolsillos de esos que desprecian el Barça y alaban "el matar al toro". O bien cuando sancionamos de una manera más contundente la exhibición de banderas que no la violencia en el fútbol. No se dan cuenta que la imagen es pésima. O puede ser si, pero como dicen los anglosajones, "Money talks".

A pesar de la distancia, vivimos en un sociedad que a nivel cultural da miedo. No hace falta ser un genio para entender que necesitamos más escuelas con buenos profesores, menos programas basura que, aunque algunos puedan incluir el fútbol, ​​por su capacidad de atracción y de transmitir valores positivos, si se quiere, puede servir de más de lo que pensamos. Como por ejemplo ir a los estadios con el deseo exclusivo de ganar, ver un buen espectáculo y animar a nuestro equipo.

Es totalmente innecesario, dice muy poco de nosotros como seres humanos, pasarse los 90 minutos insultando lo contrario. Por mucho que intenten justificar, tal como dijo Anthony Perkins en la película Psycho, que "todos nos volvemos locos alguna vez".


"Allí la gente no necesitaba soñar con aquellas cosas terribles. Vivía entre ellas. "(Adam Nevill)

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